Hoy quiero compartir una de las rutas más especiales que he realizado en los últimos años: la Ruta de la Cueva de los Guácharos. En esta ocasión, es una ruta de senderismo que tuve la oportunidad de hacer en mi viaje a Colombia, en el que estuve colaborando con The Social Water.
El punto de partida es el municipio de Jardín, que también os recomiendo si queréis vivir la tranquilidad de estar en un pueblo de arquitectura colonial en el que no existe la prisa, con su plaza repleta de sillas de mil colores ocupadas por lugareños tomando café casi a cualquier hora, y en el que te encontrarás rodeado de montañas.
La Ruta de la Cueva de los Guácharos tiene un total de 11 kilómetros si se inicia desde el Alto del Cuchillón, como fue mi caso. No es una distancia larga, pero la complejidad de algunos tramos, la convierten en una ruta algo exigente. Eso sí, es una auténtica pasada. Sinceramente, es una de esas rutas inolvidables que te vienen después muchísimas veces a la cabeza.
Eso sí, no es para todos los públicos, o al menos, no para todo tipo de calzado. Es importante prestar mucha atención durante casi todo el trayecto, ya que hay zonas muy resbaladizas, e incluso zona de rápel. Pero eso os lo explico después.
Esta ruta no está señalizada, por lo que es imprescindible tirar de tecnología para no perderte. En Komoot te he dejado todo lo necesario para que puedas disfrutarla sin temor a quedarte atrapado en el bosque.
Ruta Cueva de las Guácharos
Arrancamos!!
Y nunca mejor dicho porque el primer tramo, entre Jardín y el alto del Cuchillón, lo hacemos en Jeep. Camilo, al que conocimos de casualidad un par de noches antes, nos conduce hasta allí. Para acceder al Cuchillón es necesario pagar una entrada de 10.000 COP por persona (unos 2 euros y medio), ya que es territorio privado. En concreto, se realiza una parada en la Casa del Pajarito para hacer este trámite. Se continúa subiendo en el jeep hasta los 2.400 metros de altitud y ahí ya sí que comienza la aventura.
Te dejo el contacto de Camilo: +57 313 7196079
- Alto del cuchillón – Cascada salto del ángel (2 kilómetros, 1 hora)
El comienzo… no es especialmente bonito, ya que te encuentras con una explotación maderera justo al principio, y el día que estuve yo estaba en época de tala. La buena noticia es que en tan solo unos metros ya empieza lo bueno: el Parque Natural del Pajarito.
Te adentras en un bosque húmedo en el que vas descubriendo una maravilla tras otra. El suelo es resbaladizo prácticamente en toda la ruta y, en muchas ocasiones, hay cuerdas para que sea más seguro el paso. En los primeros kilómetros se avanza entre helechos, arbustos y árboles que apenas dejan ver el cielo, intentando no quedar atrapado en algunos de los tramos que están llenos de fango.
Y de repente… se escucha a lo lejos una gran caída del agua. La Cascada del Salto del Ángel, la primera parada, está cerca. Para ese entonces, ya iba hasta arriba de barro, pero también ya estaba disfrutando de la ruta como nunca.
Si ha llovido hace poco, como era el caso cuando estuve, la fuerza con la que salta el agua de la Cascada, hace que llegue la bruma de agua hasta el camino. Un espectáculo.
- Salto del ángel- Cueva de los guácharos (1,5 kilómetros, 1 hora)
Se continúa por el sendero, sorteando la vegetación, ramas y muchísimo barro. Y al cruzar un pequeño riachuelo.. ¡zas! Llega la primera caída de uno de los compañeros Nada grave, solo se refrescó un poco.
También tengo que confesar que nos perdimos un poco… hay momentos en los que el sendero no está claro y tuvimos que volver sobre nuestros pasos. Para evitar esto, tienes el track de mi ruta en Komoot.
Toca cruzar un río que suele traer bastante corriente, aunque hay una cuerda (que fue nuestro salvavidas). Aún así, llegó otra caída (de nuevo, nada roto) y vimos cómo sus gafas se marchaban río abajo (aunque las recuperó!).
Aparece por un pequeño desvío un mirador natural en el que se ven cascadas en diferentes alturas. Ver esos saltos de agua rodeados de una naturaleza exuberante es un privilegio. Pero quedan más sorpresas por el camino…
El sendero se transforma en un… precipicio. Bueno, quizá no tanto como un precipicio, pero sí que es una pared completamente vertical, por la que se baja con cuerda. Así que esta ruta también incluye rápel, bien completa. La superamos sin ningún incidente y ya queda muy poco para la parada estrella…
De repente, escuché el grito de alegría de uno de los compañeros. Tras unos últimos pasos, aparece ante mí esa maravilla de la naturaleza que es la Cueva de los Guácharos, de esas que te hacen sentir muy pequeño. El juego de luces, el sonido del agua, la montaña, los colores de las rocas… te dejan realmente impresionado. Es uno de esos lugares que tienen ese algo magnético inexplicable.
Te puedes dar un baño en la misma Cueva, aunque yo fui un cobarde cuando toqué el agua helada, y me quedé de espectador.
- Cueva de los Guácharos – Jardín (7,5 kilómetros, 4 horas)
Después de disfrutar de esta increíble parada en la Cueva, toca emprender la marcha de nuevo. La primera parte es de subida, y te sientes un poco “mono” mientras trepas agarrado a las raíces de los árboles. A pesar de que en toda la ruta hay que ir con cuidado, confieso que hubo un momento en el que lo pasé especialmente mal. Ya nos había avisado Camilo de que parte del camino se había derrumbado, y tuvimos que pasar por un sendero alternativo muy estrecho, con posibilidad de caída al vacío. Fuimos con muchísima precaución, pero, aun así, vi el abismo demasiado cerca.
Tras pasar unos riachuelos más, el bosque cerrado deja paso a un paisaje de pradera, donde nos encontramos con unas vacas, señal inequívoca de que nos acercamos a la “civilización”. Comienza ya el descenso, acercándonos a Jardín.
Llegó otro de los momentazos del día: la hora del almuerzo. Y no era un almuerzo cualquiera… era un tamal envuelto en hoja de plátano (fuera tápers) que nos había preparado la esposa de Camilo. Frijoles, arroz, plátano macho, zanahoria, huevo… una auténtica delicia. No quedó ni un grano de arroz.
Emprendemos el último tramo ya viendo al fondo del valle el municipio de Jardín. La bajada ya es por un camino ancho y despejado que termina en el propio Jardín. Llegué al final agotado. Pero con ese cansancio que merece la pena haber vivido unas horas recorriendo un bosque repleto de agua, de aire puro, y de vida.
En total tardamos 7 horas, con las paradas (y las confusiones de camino) incluidas. Es una ruta para hacerla con calma y pararte a disfrutar de ese bosque repleto de agua por todos lados que es pura vida.
Espero que tengas la oportunidad de hacer esta ruta. Si pasas por Antioquia… ni lo dudes!! Si la haces, cuéntame si hubo caída o no en tu caso.
Y un último consejo. Si no te has llevado almuerzo y llegas hambriento, tengo una buena noticia para ti. Puedes acercarte a la Truchera Montemar, donde sin duda podrás comer la mejor trucha frita de todo Jardín. Me la recomendaron unos locales y, sin duda, fue la más rica de todas las que probé.
Con mucho cuidado, pero, como siempre… a darle caña!
¿Qué llevar a la ruta?
- Agua o botella con filtropara evitar cargar con agua.
- Algo de comida: es una ruta de bastantes horas y algo exigente.
- Calzado con buen agarre.
- Bañador si eres valiente y te atreves con un chapuzón en agua helada.
- Chubasquero:puede caer una tormenta en cualquier momento.
- Alguna persona, es decir, es mejor no ir solo, ya que es fácil que haya algún pequeño incidente y te pille sin cobertura.
- La aplicación Komoot en tu móvil, y la ruta descargada, para que tengas acceso incluso en las zonas sin cobertura.